Al Mobile World Congress, que se abre hoy en Barcelona, el nombre se le ha quedado pequeño. Cuando llegó la organización GSMA cambió Cannes por Barcelona, era una feria de teléfonos móviles, que todavía no presumían de inteligencia. Había marcas europeas de las que no queda ninguna. Las compañías chinas venían a aprender. Desde entonces, se ha convertido en el mayor foro de discusión sobre una industria polifacética, que gusta hablar de movilidad más que de móviles. Con el consiguiente riesgo de gigantismo. Habrá cronistas que buscarán frenéticamente el móvil más chulo o la aplicación más atractiva, y no faltará quien quiera colarse en una fiesta a la que acudirá, supuestamente, Mark Zuckerberg.
La repercusión mediática puede dar imagen de frivolidad, pero la verdad es que el Mobile World Congress es mucho más que todo eso, es un acontecimiento económico con dimensiones políticas globales. No una feria para consumidores, sino un encuentro global de empresas y empresarios. Todo el que pinta algo en esta industria, vendrá a Barcelona, y quien no venga es porque pinta poco.
Desde hoy mismo, con las primeras intervenciones, volverá a manifestarse una polémica recurrente, la confrontación entre los operadores y las llamadas over-the-top (Google, Apple, Facebook, Netflix, etc) cuyos servicios y contenidos, ajenos a toda regulación, presionan sobre la capacidad de las redes y la rentabilidad de aquellos. Otro debate caliente – sobre todo en España – será la múltiple discrepancia acerca de la regulación de la banda ancha y los nuevos servicios convergentes. En otros sectores, se da por supuesto que una vez alcanzado cierto nivel de competencia, la regulación aflojará la mano; en las telecomunicaciones se tiende a lo contrario: la intensa presión competitiva induce a reclamar que se tolere la consolidación para favorecer las inversiones, pero los reguladores miran más hacia el consumidor que hacia los operadores. Una vez más, Reino Unido – que en pocos meses habrá pasado de cinco a tres operadores – puede influir sobre la pauta europea, como lo hiciera al iniciar la era de la liberalización.
Se espera con interés las intervenciones de César Alierta (Telefónica) y Vittorio Colao (Vodafone), que en años anteriores hicieron piña frente a la anterior Comisión Europea, pero en 2015 chocan abiertamente sobre la propuesta de regulación de la CNMC sobre los servicios de banda ancha por fibra y, por extensión, sobre las condiciones de la inminente absorción de Digital Plus por Movistar [en última instancia, en el ánimo pesa la cuestión de los derechos audiovisuales del fútbol]. Que el futuro del sector son los servicios convergentes, lo dice todo el mundo, pero no todo el mundo lo entiende igual, como se ve estos días.
El MWC2015 será la primera oportunidad de conocer los planes del nuevo comisario europeo Gunther Ottinger, y también de escuchar a Tom Wheeler, presidente de la FCC (comisión federal de comunicaciones) de Estados Unidos que acaba de aprobar una controversia legislación sobre la llamada neutralidad de la red. No es una abstracción jurídica sino un campo (metafóricamente) minado: las redes son infraestructuras esenciales, cuyo despliegue y desarrollo requieren un alto volumen de inversiones, que tiene que justificarse financieramente. Por esto, también estarán en Barcelona representantes de bancos y fondos de inversión, y decenas de analistas especializados, que tienen mucho que decir.
Una vez que se ha alcanzado una cobertura bastante amplia de redes 4G/LTE, coge carrera la idea de una 5G, hoy por hoy un embrión de laboratorio. Habrá una sesión de alto nivel sobre este tema, que algunos consideran prematuro, pero del que puede depender una configuración estratégica distinta en la próxima década. Queda por dar pasos intermedios: incorporar la voz [VoLTE] a la 4G; desarrollar las mejoras que unos llaman LTE-A, otros 4+ y otros 4,5G; desplegar infraestructuras WiFi que alivien la sobrecarga de las estaciones base; complementarlas con small cells en espacios de alta densidad. Y se hablará de propuestas e hipótesis de uso de nuevas bandas de frecuencia no sometidas a licencia para cubrir las necesidades de la Internet de las Cosas (IoT).
Está previsto que los proveedores de infraestructura – Alcatel Lucent, Ericsson, Huawei y Cisco, entre otras – hagan anuncios relacionados con la onda de virtualización de las redes, que ya asomó el año pasado. IoT será un gran tema del congreso: hay en danza una gran cantidad de proyectos, adquisiciones y alianzas en torno al tema de moda, que por no tener no tiene regulación ni tampoco soluciones a los problemas de seguridad que va a plantear.
IoT compartirá escenario con otro concepto más o menos afín, el coche conectado, que también admite acepciones diversas. Por esta razón, estará presente la industria de automoción, que de Barcelona dará sin pausa el salto al salón de Ginebra, el próximo fin de semana. Por cierto, otro año más, Ford hará gala de innovación, y junto con CaixaBank presentará el miércoles «la primera aplicación financiera del mundo para sistemas inteligentes automovilisticos». Esta industria necesita marcar territorio, para cerrar paso a la idea de que no tiene más salida que echarse en brazos de Apple o Google.
Compañías tradicionales de TI – prácticamente todas – pondrán de relieve sus respuestas para el ´paradigma` de la movilidad empresarial. IBM dará por primera vez explicaciones sobre la marcha de su alianza con Apple, pero no puede contar con la presencia de su aliado.
Otro asunto de candente actualidad, serán los pagos móviles. El paisaje ha cambiado tanto en sólo un año, que será un apartado fundamental del congreso; se echará de menos a Apple, que puede ser el que desbarate el ´ecosistema` establecido: bancos y entidades de proceso de pagos se sienten seguras de conservar su papel; los operadores empiezan a comprender que son actores secundarios. La seguridad, por supuesto, será otro argumento central en conferencias y presentaciones. Habrá más, muchos más aspectos, que alimentarán crónicas de este blog durante semanas y meses. Ah, por supuesto, en el Mobile World Congress también habrá móviles. Muchos dispositivos móviles.
[publicado en La Vanguardia el 1/03/2015]